YO (NO)
SÉ CÓMO EMPEZAR ESTE LIBRO, POR ESO ME ASESINARÉ PRIMERO
(Voy a CASTRARME Y A DESCABEZARME, como aconseja Edgar Cayce)
He aquí un ego degollado
por el tedio (condenado a la prisión del sí mismo).
He aquí un individuo
infectado de sueños (susceptible al réquiem
de la inercia).
Dadle algo tangible : como
unos mocasines nuevos.
Dadle MMMM.... ¿de beber cerveza? (¿mesopotámica reminiscencia?)
Después,
amor-dazadle, encerradle en el cuarto oscuro de la infancia
llamad a los sicarios del desamor, A LAS GUILLOTINANTES CARICIAS
DE LA GRAN PROMESA FALSA,
que sea sodomizado por los espectros pálidos de sus difuntos
y por las colas laberínticas de los pavos irreales
(canivalizado por la angustia, vómito de carrusel)
Entonces, se acariciará la mejilla y dirá:
“he aquí
una pobre criatura que
sufre”
¡Lástima del ego incapaz de no pensarse,
siempre pendiente de sí
mismo (en bajada, sin freno de mano, colgando de tu oreja)
adicto al omphalos
(templo regido por Júpiter)
pelele de Cuzco -el centro inmenso-
heliocéntrico y ptolemaico,
tan afín al libre albedrío como una jauría de hienas ante el áureo
vellocino!
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